Dormitorio con látigos, cadenas, mordazas… Sus huéspedes seguramente son personas psicológicamente más sanas que los que se conforman con encajes y sedas. Aunque a menudo se piense lo contrario, parece que las personas que practican bondage y otras formas de sexo extremo pueden ser psicológicamente más saludables. Lo asegura un estudio publicado por la revista Journal of Sexual Medicine y dirigido por los investigadores de la Universidad de Tilburg, en los Países Bajos. En sus pruebas, los practicantes de bondage tuvieron mejor salud mental que las personas con sexo convencional.